Un huracán llamado Dayana Garroz
La actriz venezolana le ha tomado el pulso a la profundidad que requieren los personajes de carácter
Dayana Garroz es un complicado huracán caribeño. Baja la mirada, piensa sus respuestas, pero si alguna incomodidad le allana abre sus ojos con vientos de 300 kilómetros por hora y espeta repreguntas capaces de hacer vibrar a la cámara o de perturbar la tranquilidad del entrevistador.
Sus talentos fueron engendrados dentro del vientre de su madre, así que sus capacidades actorales son un talento innato, genético, algo para lo que nació y no está suscrita a las grandes corrientes de interpretación como el Método, o Stanislavski, actúa y ya, al igual que lo hacen Helena Bonham Carter, Jennifer Lawrence o Meg Ryan.
Conoce a la industria del entretenimiento muy de cerca. Al menos dos décadas de exposición avalan su sabiduría. Se sienta frente a la cámara para la entrevista y es Dayana Garroz, sin poses, el filtro lo tiene roto. Para ella “fue cabrón” vivir en Ciudad de México mientras grabó el Señor de los Cielos. Es una ferviente seguidora de su yo interno, y si sus seguridades están blindadas y se siente bien consigo misma, “lo demás le vale madre”.
Es una mujer preciosa. Con un cuerpo espectacular. Tendrá que soportar que habitará en la mente de los telespectadores con el estigma de ser la Coronela. A nadie le importa un quinto eso de ser una militar chavista, los recuerdos que creó están más apalancados con la recreación de la corrupción en cueros, de lo inescrupuloso del poder que en el rol de la militar, usa encajes, bralette y desenfreno carnal para conquistar los más altos estándares de inmoralidad.
Su madurez espiritual la ha colocado en un universo cuántico, porque ha decidido alejarse de la búsqueda de la perfección, del estándar de belleza. Ya no quiere preocuparse de cómo luce, simplemente quiere dejar ver tal cuál su talento y saber que puede explorar.
Más allá, en el mundo de la ruta que se bifurca, está más ganada a seguir el camino amarillo que la lleve a España para mostrarse como actriz y ser reconocida con un Goya, que tomar la vía a la sobrepoblada “ciudad esmeralda” que todos en los Estados Unidos llaman Hollywood.
“Si me preguntas a que otras fronteras me gustaría dirigirme, indudablemente respondería España. Un Goya me llama la atención, me piropea, me coquetea”
Dayana Garroz con Estylo
La actriz venezolana, orgullosa además de ser una 305 de Miami, nos obsequió una entrevista para esta edición de Estylo Magazine que celebra dos años de circulación.
Todos terminamos amándola al final del encuentro periodístico, porque salimos convencidos de su sinceridad, de que conoce los umbrales de ser un personaje y saber quién es, una persona que trataremos de mostrarla en estas mil palabras que nos alegramos de ofrecer.
¿Cómo te sientes?…
Con una arepa en el corazón. Aunque tengo mucho tiempo fuera de mi país natal, Venezuela. Ya tengo 21 años viviendo en Miami. Sin embargo creo que la esencia de uno, las raíces, los genes, lo que tienes no se pierde. Igual puedo decir que mi corazón está dividido en dos, soy venezolana por un lado y el otro pedacito se lo lleva el 305 de Miami porque esta ciudad lo es todo para mí, me lo ha dado todo.
Dayana tienes al menos un década de experiencia en roles de carácter ¿Qué enseñanzas da la responsabilidad de crear matices cromáticos en el hilo narrativo de una telenovela o serie?
Todo personaje llega, complementa, saca una esencia de tu nivel personal, espiritual como ser humano para luego poder transmitírselo a ese carácter. Aunque a veces es difícil porque nos toca interpretar cosas que no hemos vivido en nuestra vida real. Se trata de una responsabilidad grande. Yo trato de disfrutarlo, de valorar, de consentir y mimar eso en lo que estoy trabajando porque eso me va a llevar a hacer un mejor personaje y a dar una mejor credibilidad de lo que hago.
El Rostro de la Venganza, Dueños del Paraíso, Eva la Trailera y El Señor de los Cielos, ¿En cuál de esos roles te has sentido más auténtica y motivada en la seguridad de saber construir el personaje?
Yo creo que definitivamente debo decir “La Coronela”. Ella ha sido un “parteaguas” en mi carrera como la coronela del Ejército Bolivariano de mi país, Ámbar Maldonado. La seguridad te la otorga la experiencia en cualquier carrera a la que te dediques y en la que te desempeñes. El estar durante más tiempo delante de una cámara, saber leer mejor una historia, separar el vivir como Dayana o como Maldonado. Bien dicen que más sabe el Diablo por viejo que por Diablo. Entonces la seguridad se representa con la capacidad que tienes tras todos los días hacer lo mismo… ya conoces, no eres novata, eres un poquito más veterana y enganchas patrones tanto de conducta como de vivencias, como de conocimientos, experiencias a nivel espiritual y lo puedes sacar con mayor facilidad en la parte teatral.
¿Inicias tu carrera tu carrera actoral con algún método, como el de Stanislavski, por ejemplo?
No, cero. Inicio mi carrera de la panza de mi mamá. Todo comienza desde que naces. Mi carrera comenzó con el día a día en Venezuela, con ese gusanito que llevamos por dentro, con esa vena artística como flotando, palpitando rápido, el crecer y ver la televisión, el ver una obra, la calle. Mi carrera comienza desde muy niña cuando descubrí lo que era una pantalla de televisión y obviamente con el apoyo de mi familia, en este caso, bendito Dios mi madre, que yo creo que desde niña vio cierto disfrute y espontaneidad en mi vida cotidiana.
Hice mi primer casting para la telenovela Gata Salvaje, y se me da a nivel de actuación. Empecé con un personaje bien pequeñito que se llamaba Wendy Torres, famosa producción que le ha dado la vuelta al mundo no sé qué cantidad de veces, del gran escritor y gran amigo que amo Alberto Gómez. Con ese papelito que era Wendy Torres, mínimo, extra, poco a poco se me fueron abriendo las puertas para una cantidad de producciones más.
¿Dayana, qué es necesario superar para ser considerada en alguna de las listas de actores de Hollywood?
Es tan subjetivo, porque hay tanta gente allá afuera tan o más talentosa que yo. Tal vez todo es una combinación perfecta de ti, tiempo, madurez, suerte, amistades -a veces-, y los tiempos perfectos, como actúan en el universo, y la constancia que tengas en esta carrera tan difícil.
Para muchos el llegar a Hollywood es como el top de tu carrera o de su satisfacción personal a nivel de la actuación, para otros no. Si me preguntas a que otras fronteras me gustaría dirigirme, indudablemente respondería España. Un Goya me llama la atención, me piropea, me coquetea.
Cuéntanos de México, es una plaza sumamente importante para la televisión, el cine, la industria musical, de entretenimiento ¿Cómo te sientes en México?
Me siento feliz, como en casa, apapachada… como delicioso, soy una gordita demente, me encanta comer, cocinar, así que un lugar donde pueda saborear una buena cultura, también es muy importante para mí.
A nivel profesional definitivamente es una plaza donde hay grandes oportunidades para trabajar en cine, en televisión, tanto en canales locales como en todas las compañías que hoy en día están liderando el stream, Nexflix, Amazon… Antes no entendía por qué los artistas extranjeros alababan tanto estar en México, ahora lo entiendo, porque de verdad es una ciudad de cabrones…
¿Cuál ha sido el mayor reto que has tenido que enfrentar?
Sobrevivir en esta profesión, porque independientemente de todo lo que llega después, los frutos, el trabajo, el resultado en la pantalla, el cariño de la gente o un premio, el mayor esfuerzo y el mayor orgullo es el vivir de una carrera que tiene muchos altibajos, en la que todos los días te encuentras con un no como respuesta, donde todos los días te están juzgando, por un personaje, una situación, una apariencia física, pues ese definitivamente ha sido uno de mis mayores retos.
¿Cuál ha sido uno de tus mayores éxitos?
Como mujer, alejarme de la perfección, la belleza, del preocuparme de cómo luzco, simplemente dejar ver cuál es mi talento y saber que puedo explorar y que puedo sacar afuera y que la gente vea a través de la pantalla lo que verdaderamente soy, en esencia, como actriz, y sin preocuparme cómo luzco. Creo el alejarte de la perfección y de verte tal y cual cómo eres le da credibilidad a tu trabajo. Apartarme del ego, ese es mi mayor éxito.
Por: Gustavo Rízquez.