Esta es tu guía para saber todo del tema
La micropigmentación de cejas se ha convertido en uno de los tratamientos de belleza más populares del momento. Las cejas gruesas enmarcan bien la mirada, pero hace algunos años la tendencia era llevarlas lo más fino posible.
Esta técnica consiste en la inyección de un pigmento en la dermis o capa media de la piel para rellenar o colorear la zona. Esta es útil tanto para dar la forma deseada a la ceja como para tapar las partes despobladas de las mismas. Al tratarse de una zona pequeña, la simulación del pelo mediante este tatuaje es muy natural.
Su inicio tiene una historia asociada a las personas sobrevivientes de cáncer que perdían cabello o se hacía muy débil. Es mucho más que un arreglo estético: la cara y las cejas son cartas de presentación, porque no es como la sonrisa que, si quieres la muestras, no es como los ojos que puedes maquillarlos o esconderlos tras los lentes: las cejas están ahí y hablan mucho de quién eres.
Ahora bien, hay que diferenciar entre dos conceptos: Microblading es el servicio de poblar la ceja y la micropigmentación es la técnica que pigmenta hasta la segunda capa de la piel sin ser permanente. El microblading no es permanente como un tatuaje, sino que se desvanece hacia un tono gris muy claro que se borra completamente a los 10 meses. Se colocan pigmentos minerales –no metalizados– que son amables con la piel. Una vez que se hace la micropigmentación, los especialistas enseñan a peinar y maquillar las cejas.
En general, la micropigmentación es recomendada para cualquier persona. Aunque como en cualquier tratamiento, hay excepciones. En concreto, aquellas personas que padezcan enfermedades en la piel como la urticaria o la psoriasis, así como problemas de coagulación, es preferible que descarten la micropigmentación de cejas para evitar riesgos. Asimismo, no es una técnica recomendada para embarazadas, personas que estén pasando algún proceso infeccioso o que estén recibiendo tratamientos como quimioterapia o radioterapia.
Por: Sara Pacheco
By: Sara Pacheco